A estas alturas, prácticamente la totalidad de los adultos hemos oído hablar en reiteradas ocasiones sobre los términos “sado” y “masoquismo”, así como del conjunto de estas palabras “sadomasoquismo”. Se estima que alrededor del 15% de la población mundial muestra interés por las denominadas prácticas BDSM o fetichistas, mientras que en torno al 5% lo practica de manera regular. De todos modos, si de verdad alguno de ustedes no han escuchado hablar de ello, este artículo os servirá para iniciaros en estas actividades sexuales poco convencionales.
Comencemos por el principio, es decir, en qué consisten el masoquismo y el sado o sadismo. Pero, antes de ello, es importante aclarar que las siguientes definiciones están relacionadas con prácticas sexuales, no con trastornos de conducta donde individuos como psicópatas disfrutan torturando a sus víctimas. Aclaro esto, veamos que quieren decir estos términos en el ámbito de las relaciones sexuales:
Masoquismo: se refiere a aquellas personas que se excitan y experimentar placer al recibir dolor físico o al ser humillados psicológicamente, tanto por otros individuos como por ellos mismo. El término “masoquismo” deriva del escritor austriaco, L. Von Sacher-Masoch (1836-1895) y, más concretamente, de su obra “La Venus de las pieles”, donde describía comportamientos sexuales fetichistas muy polémicos en su época.
Sadismo: palabra que se refiere a aquellos individuos que se excitan y sienten placer cuando hacen daño físico y psicológico a otras personas. La expresión “sadismo” procede del apellido del famoso Marqués de Sade (1740-1814), quien, además, de filósofo y ensayista, era un escritor de novelas pornográficas muy célebre en el siglo XVIII.
La palabra “sadomasoquismo” no es más que la unión de los términos descritos en el apartado anterior y, por tanto, su significado engloba al conjunto de estos dos citados. Es decir, las personas que tienen interés en el sadomasoquismo son aquellas que sienten placer tanto al dar como al recibir dolor físico y humillación psicológica. A primera vista, puede resultar un poco sorprendente e, incluso, algo extremo. Sin embargo, estas actividades sexuales fetichistas están siempre consensuadas y, en consecuencia, no tienen por qué ser violentas o dolorosas. Hay personas que simplemente lo consideran como un plus o un juego sexual, cuyo fin es mejorar sus relaciones íntimas. Otras, en cambio, puede incluso considerarlo como un estilo de vida. Sea cual sea su forma, el masoquismo, el sadismo o el conjunto de ambos términos, son totalmente válidos.
En estas actividades de índole fetichista todo depende de los gustos de cada pareja, aunque siempre deben prevalecer el respeto y el consentimiento mutuos. En el ámbito del sexo no debe haber nunca prejuicios. Cada uno de nosotros tienes sus propias preferencias sexuales. Hay personas que disfrutan con el sexo convencional, algunas prefieren las webcams porno, otras la prostitución... Así como no se suele juzgar a estos individuos, tampoco hay que hacerlo con quienes se sienten atraídos por las actividades fetichistas. Para muchas personas, el rol de dominación o sumisión simplemente se trata de atarse en la cama, mientras que para otras puede consistir en hacer las tareas diarias del hogar arrodilladas frente a su amo. Pero, sea cual sea su elección, nadie tiene el derecho a opinar sobre sus preferencias sexuales.
Todos los participantes deben estar de acuerdo: en todas las actividades sexuales es importante establecer los límites. En el caso del sadomasoquismo este punto es fundamental, ya que se trata de una práctica poco convencional. Es importante que todos los participantes sepan con claridad lo que se va a hacer, así como hasta donde se va a llegar. Debemos tener en cuenta que el sadomasoquismo puede incluir: azotes, mordiscos, inmovilización (cadenas, esposas, sogas...), encerramiento en jaulas, intentos de estrangulamiento, humillación psicológica... Por lo tanto, hay que tener claros los límites y mantener siempre el respeto por los demás. Además, se recomienda establecer una palabra clave con la que se pare la actividad, cuando alguien de los involucrados se sienta incómodo o no soporte el dolor. Este tipo de códigos los podemos ver en muchas reuniones de personas afines al BDSM y en las webcams porno especializadas en este fetichismo. No así en las películas pornográficas, puesto que se trata de algo irreal, ficticio. Así que bajo ningún concepto tomen como ejemplo el cine para adultos, ya que sin saberlo quizás estén dañando a su pareja.
Latigazos, arañazos, pinzas...: hay que tener cuidado a la hora de emplear estos objetos. No se puede comenzar a utilizarlos demasiado fuerte, como tampoco se recomienda emplear en sexo anal juguetes sexuales grandes al principio. Primero, de forma leve; después, se puede ir incrementando el nivel. En las tiendas especializadas en juguetes sexuales (físicas o virtuales) hay artículos sadomasoquistas para principiantes y para expertos. Si somos principiantes, es fundamental preguntar a los vendedores qué juguetes debemos emplear. No se trata de adquirir los que más nos gusten, sino aquellos que nos aporten una buena experiencia sexual sin dañarnos. De la misma manera, cuidado con no excederse con los apretones, azotes, golpes o mordidas. Puede que lo que a unos les guste a otro no tanto. Recordad que en el sadomasoquismo incurren los mismos principios que en cualquier otra actividad sexual: cada uno de nosotros tenemos preferencias diferentes y límites distintos.
El secuestro: es una actividad sadomasoquista muy popular entre los grupos que se reúnen regularmente para practicar estas actividades sexuales. Hay muchas formas de simular un secuestro, pero la más común es la siguiente: un furgón llega a un lugar poco transitado -no público-, unos individuos salen del vehículo e introducen a su “víctima” a la fuerza en la parte trasera. A continuación, proceden a inmovilizar a la “víctima” atándole las manos, los pies y cubriéndole la cabeza y la boca, para terminar trasladándola al lugar donde ocurrida la acción. Una vez en el sitio, se permite al pasivo o la pasiva que puede volver a ver. Finalmente, transcurre todo lo relacionado con el ámbito sexual, mientras la víctima sigue inmovilizada y recibe de sus captores continuas vejaciones, insultos y humillaciones. Aunque parezca algo muy violento, todo se ha consensuado con anterioridad. El objetivo es crear una ilusión de dolor y humillación, pero no causarlos.
La tortura con cera: es otra de las opciones más populares dentro de las prácticas de corte sadomasoquistas. De hecho, su popularidad es tal que hay miles y miles de películas XXX y grabaciones de webcams porno que incluyen a una persona torturando a otra de esta manera. Esta actividad fetichista consiste en lo siguiente: a la persona sumisa se le vendan los ojos, se la desnuda por completo y se le inmovilizan las extremidades. A continuación, el/la dominante vierte cera caliente sobre la piel de el/la pasivo, quien siente un gran placer por la sensación de quemazón. La cera se enfría en cuestión de segundos, por lo que la “víctima” no corre el riesgo de sufrir quemaduras.
El sadomasoquismo está cada vez más de moda. En el cine para adultos, en las webcams porno o en las relaciones de pareja, este tipo de actividades sexuales no paran de ganar adeptos. Quizás, este fetiche sea lo que andábamos buscando para evitar de una vez por todas la rutina en el ámbito sexual. Sea como fuere, lo que está claro es que este artículo servirá tanto para los interesados en este tema.