Cualquiera que haya visto porno japones sabe la censura que presentas sus películas para adultos, vídeos eróticos y chats porno. Aunque parezca sorprendente las autoridades de uno de los países más avanzados siguen sin permitir a sus ciudadanos consumir pornografía "normal". Por si fuera poco, esta falta de libertad sexual también afecta a la vida real pues en Japón la prostitución esta prohibida desde 1958. Sin embargo, durante todos estos años los ciudadanos del «país del sol naciente» se las han ingeniado para seguir pudiendo tener sexo con damas de compañía. Esto es posible gracias a los denominados barrios rojos de ciudades como Tokio y Osaka. Auténticas ciudades para el pecado dentro de las urbes. Aquí, los viandantes pueden ver miles y miles de tiendas con carteles similares a los de los locales de comida, pero que anuncian servicios muy diferentes (salón de belleza, salón de baño, etc.) Además quienes transitan por las calles del barrio rojo se topan continuamente con "Kyakuhiki", personas cuyo objetivo es incitar a que los viandantes entren a los locales. Generalmente, estos animadores ofrecen: binta (bofetón en la cara) y hizamakura (felación y masturbación). Sin embargo, lo que nunca es posible ver escrito en estos carteles de propaganda es la palabra "honban" (penetración vaginal/anal). La razón, muy simple: como ya hemos dicho en Japón la prostitución está prohibida. Para ésto están los llamados "soapland", de los cuales os hablaremos en este post.
1) Soapland: "los burdeles del Japón"
El termino "soapland" hace alusión a los salones de baño que han sido reconvertidos a burdeles en Japón. Como la prostitución es ilegal estos locales nunca anuncian los servicios que ofrecen. En realidad, cuando el cliente accede al "soapland" una trabajadora sexual lo esta esperando, para acordar qué ocurrirá en las habitaciones privadas (parecido a lo que ocurre en los chats porno).Eso sí, los clientes primero tiene que pagar por un baño, de modo que el servicio pueda parecer legal ante las autoridades. Sin embargo, todos saben lo que ocurre de verdad allí: prostitución.
Un servicio para gente acomodada
Los "soaplands" son locales de servicios sexuales que distan mucho de lo que consideramos burdel en Occidente. En estos recintos se pueden valorar a todas las damas de compañía de lujo pues sus honorarios rondan, como mínimo, los 600 dólares la hora. En esta tarifa, no se incluyen los 280 dólares (30.000 yenes) que el propietario se embolsa de cada cliente por el baño. Antes de poder trabajar en los soaplands estas mujeres reciben una formación, como ocurre con las modelos de los chats porno. Meses de educación sobre cómo tratar al cliente, sobre cómo realizar los baños y sobre diferentes actos sexuales. Por si no fuera suficiente, los clientes deben reservar con tres horas de antelación la habitación y pagar un extra por mantener sexo sin preservativo. Con estos precios, algo es evidente: solo los más privilegiados pueden acceder a la prostitución en Japón.
Las autoridades hacen la vista gorda
El gobierno japonés conoce de la existencia de estos negocios ilegales desde que aparecieron. Es decir, saben que en la mayoría de los locales de baño del barrio rojo se llevan a cabo practicas sexuales prohíbas según la ley vigente. Quizás, la explicación a esta indulgencia tenga que ver con los numerosos casos de políticos japoneses que han sido relacionados con la prostitución. ¿Quien sabe?, de todos modos tanto empresario y trabajadoras sexuales como clientes se aprovechan del vacío legal imperante en estos lugares. Una vez que acaba el baño y comienzan las actividades posteriores, se entiende que el cliente y la trabajadora tienen un «jiyū ren'ai», una relación de amor libre. En otras palabras, la ley estima la posibilidad que durante el baño los participantes se hayan enamorado. Por tanto, lo que ocurra después -mientras ambas partes admitan quererse- es totalmente legitimo.
Expertas en sexo
En primer lugar, todas las chicas deben dominar a la perfección el baño erótico. Un tipo de baño muy distinto de lo que estamos acostumbrados. Sin ir más lejos, las trabajadoras de los "soaplands" deben masajear todo el cuerpo del cliente (sí, los genitales incluidos) con cremas y geles para la ocasión. En otras palabras, los baños eróticos que se practican en estos locales son muy similares a los que las modelos de chats porno hacen durante sus retransmisiones en vivo. Como ya dijimos, las trabajadoras deben someterse a una formación con libros o DVD sobre actos como el la masturbación, el control de la eyaculación o el coito anal. Por último, el proceso de selección de las trabajadoras es muy competitivo, dado que la mayoría busca un sitio en el burdel que mejor paga.